El chantaje emocional es la base de muchas relaciones personales viciadas en donde el chantajeador manipula constantemente la voluntad ajena provocando sentimientos negativos para que se safisfagan sus deseos. Actualmente cobra especial importancia ser conscientes de estás dinámicas tóxicas para no llegar a situaciones de maltrato expresadas con frases del tipo: “yo soy agresivo porque tú me provocas” o “yo he sido infiel porque no me das lo suficiente”.
No hay que confundir el chantaje emocional con el chantaje puro, en el chantaje habitual media una recompensa, prometer algo muy positivo si se actúa como el chantajeador desea. Desde muy niños recibimos esta clase de chantaje: “Si te portas bien en el médico te compro gusanitos”, y lo utilizamos muchísimo en nuestras relaciones de pareja “Vemos el fútbol y luego una peli romántica”. En el chantaje emocional la manipulación funciona no por una recompensa, sino por hacer sentir mal a la otra persona. Los sentimientos negativos que se producen en la víctima suelen ser: - Miedo a la ira del otro. Ejercer presión sobre otra persona cohartando su libertad porque de no comportarse según lo esperado habrá enfado, castigo, indiferencia o incluso silencio. El chantajeador utilizará frases amenazantes como la siguiente: “si haces eso, no me culpes si te dejo”. Se creará un ambiente negativo, haciendo creer a la víctima que la situación de “mal clima” es culpa suya. - Culpa por hacer infeliz al otro. Frases como “si no haces esto es porque ya no me quieres”, “con todo lo que he hecho por ti y así me lo pagas”, “si me dejas enfermaré y no lo podré soportar”. La eficacia de la herramienta para el chantajista hace que se repita constantemente en el tiempo. ¿Para qué dejar de hacerlo si funciona?. El chantaje emocional genera: - Baja autoestima. Las personas con complejo de inferioridad se comparan con los demás y creen que no tienen las mismas capacidades, que sus necesidades son menos importantes y tienden por ello a pensar que sus deseos son casi irrelevantes, incluso se sienten egoístas cuando tratan de priorizarlos. - Dependencia, la creencia de que con nuestras capacidades no podemos guiarnos sólos por el mundo, necesitamos la presencia de ese guía que nos indique qué debemos hacer. - Necesidad de aprobación. - Tendencia a la hiperresponsabilidad. - Elevado nivel de inseguridad. Generalmente asociamos la manipulación con personas maquiavélicas, retorcidas y egoístas. Pero en la práctica, todos recurrimos alguna vez algún tipo de chantaje emocional. No todos los grados de chantaje son iguales. Algunos son inocentes ; sin embargo, otros son tan retorcidos que pueden terminar dinamitando psicológicamente a la otra persona. Como padres debemos tener especial cuidado a la hora de recurrir a esta herramienta de control de la conducta de nuestros hijos. Es posible que sea eficaz pero genera individuos con baja autoestima, inseguros, sumisos e inestables emocionalmente. Es curioso escuchar a muchas madres extremadamente chantajistas que utilizan con asiduidad expresiones del tipo: “¡con lo que he hecho por vosotros y ahora no venís nunca a verme!”, “Siempre estoy sola porque como ya tienes tu propia familia”… quejándose a la vez de que sus hijos/hijas están siendo manipulados por sus parejas. En casos extremos, los padres llegan a ser considerados tóxicos porque nunca están satisfechos con lo que hacen los hijos y entonces desde que estos son muy pequeños comienzan con comentarios y apelativos muy descalificadores, ” ¿Por qué me haces sufrir de esta manera?”, “si no te comes la sopa no te querré”, “o te portas bien o me voy de casa hasta que te calmes”, “¿Has visto a tu hermano? Si te portaras como él yo sería más feliz”. Los niños tienen que aprender empatía, a respetar, ser conscientes de que sus acciones provocan sentimientos en los demás y controlar, de forma sana, sus emociones negativas y su agresividad.. Pero deben aprender por convencimiento, por deseo propio, no por miedo. "Dichoso el que ha aprendido a admirar pero no a envidiar, a seguir pero no a imitar, a aplaudir pero no a adular y a dirigir, pero no a manipular". William Arthur Ward.
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