Las vacaciones escolares son motivo de muchísima alegría e ilusión entre los niños, pero en ocasiones pasar más tiempo en casa supone mayores discusiones entre hermanos que suelen acabar con la paciencia de los padres. Las peleas entre hermanos son fuente de aprendizaje de estrategias de negociación, empatía, resolución de conflictos… Pero a veces rompen la armonía familiar. Está demostrado que trabajar unidos en una actividad para la consecución de un objetivo común es una estrategia de resolución de conflictos. Así que sabiendo esto ya tenemos un pequeño truco para hacer que nuestros hijos durante un precioso instante cesen sus continuas disputas para mano a mano trabajar juntos. Según la edad de los niños podemos idear las tareas en equipo ajustándolas a sus intereses. Yo a mis hijos de siete y tres años les dí una caja vacia de Ikea y les propuse que se crearan un coche. El pequeño pintaba, la mayor imaginaba como construir las ruedas, el volante y yo reía desde la cocina oyéndoles emocionarse “¡nos está quedando genial!”, “¿y si le ponemos un freno?”… Hay una película muy recomendable que refleja este efecto, entre inmumerables cuestiones de gran interés es American History X. En ella un chico perteneciente a un grupo de ideología nazi, es encarcelado por asesinar a dos jóvenes afroamericanos a los que sorprendió cuando estaban robando su vehículo. Al llegar a prisión, descubre que los reclusos forman grupos basándose en su etnia e ideología para cuidarse entre sí. Por ello, se integra en un grupo formado por presos neonazis. Como parte de las tareas carcelarias asignadas debía trabajar en la lavandería junto a un joven afroamericano quien desde el primer instante se mostró muy amistoso aún cuando él jamás le dirigía la palabra. Muy a su pesar, comienza a congeniar con el muchacho que insiste en su actitud alegre hasta que rompe su frialdad y ambos acaban siendo buenos amigos. Cuando alguien pertenece a un grupo extremista su afiliación pasa por un amor incondicional al mismo y un odio visceral al enemigo. Al oponente se le atribuyen todo tipo de características deleznables que justifican la intolerancia, e incluso la violencia. Verse obligado a tratar con una persona considerada enemiga y comprobar que todas esas ideas asumidas como irrefutables están equivocadas genera una lucha interior en la que poco a poco van cayendo las certezas, dando paso a la duda y a la posterior creación de nuevos esquemas mentales mucho más permisivos y ajustados a la realidad. Está claro que no es comparable con la actitud de nuestros hijos en sus “peleas fraternales” pero la estrategia es igualmente efectiva, al trabajar juntos dejarán de lado sus diferencias y disputas para colaborar, planear, pactar…
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