“Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” A. de Saint-Exupery. Las relaciones de pareja son un universo inmenso inclasificable, cada una se sostiene sobre sus propios pilares, y son estos mismos pilares los que de vez en cuando se derrumban dejándonos ante un abismo dudando si debemos saltar o por el contrario aferrarnos al suelo para no caer. El amor se puede acabar en las relaciones cortas y también en aquellas que llevan años compartidos. En estas últimas puede llegar un día en el que al mirar a la otra persona crezca la duda de si aún existe amor. El mero hecho de preguntárselo ya nos da pistas de que algo no marcha bien en la relación. Cuando miras hacia delante y no ves tu futuro al lado de la persona con la que estás o al verlo no te satisface, hay que ser valiente y hacerse las preguntas que tanto atemorizan. Dejar pasar el tiempo no hace más que alargar el problema, las dudas, la ansiedad… Motivos para el fin del amor hay muchos: - Quizás la relación se ha instalado en una rutina aceptada por algunos pero que incomoda a otros. - Puede darse el caso de que la persona de la que te enamoraste no es la misma que tienes ahora a tu lado, porque las personas cambiamos y puede que hayáis evolucionado en distintas direcciones. - Otras veces nos damos cuenta por cuestiones de lo más cotidianas. Empezamos a aborrecer aquellos detalles de nuestra pareja que nos parecían irresistibles, no tenemos prisa por llegar a nuestros encuentros, ni mucho menos por pasar tiempo juntos, cada vez nos distanciamos más sin motivo aparente. Lo cierto es que una relación sin amor es una de las situaciones más duras a las que hacer frente como pareja. Pero romper la vida que se ha llevado durante tanto tiempo no es fácil y ser el primero en mostrar que las cosas no funcionan requiere de muchísima valentía. Compartir tu vida con una persona durante años crea múltiples lazos, desde los más terrenales como propiedades, emocionales como amigos compartidos, familiares... El miedo paraliza, el futuro que antes veías claro, ahora está borroso, ¿si acabamos qué hago yo?, ¿con quién saldré?, ¿dónde iré?, ¿me sentiré solo?... Hay una canción de Ismael Serrano titulada “Un muerto encierras” que refleja las sensaciones de una pareja que ya no disfruta de la compañía compartida pero a los que aterroriza el momento en el que todo acabe. Os animo a escucharla, la letra dice así: Como tantas madrugadas encerrados en un coche, en una calle sin luz, una calle sin nombre, los dos frente a frente se miran despacio, tras dedicarse al amor y su trabajo. Secan su sudor, secan su sudor, tal como han aprendido, no han olvidado. Él piensa "ya nada es lo de antes, la vida debe estar en otra parte", donde no la divisa porque ella le ciega con cárceles de oro, con amor sin tregua. Ya nunca volverán, ya nunca volverán, ya nunca volverán a hacer nada por vez primera. Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta. Llévame donde no estés, un muerto encierras. Él le regala unas manos llenas de mentiras, ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia. Ayer eclipse de sol eran sus pupilas, hoy son lagunas negras donde el mal se hacina. Qué pena me da, qué pena me da, qué pena me da, todo se termina. Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos, pasa un ángel volando y se encuentra con otro. Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan.
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