Poner etiquetas que nos definan es un mal endémico de nuestra sociedad. Así pasamos a ser considerados por nuestro entorno como despistados, listos, aplicados, rebeldes, inquietos, sociables… Robert K. Merton en su libro "Teoría social y estructura social" ya nos advirtió de las nefastas consecuencias que esta tendencia acarrea. Es el fenómeno llamado La profecía autocumplida o el efecto Pigmalion. La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera». Se dan por lo tanto tres efectos psicológicos: - Tener una falsa creencia sobre alguien. - Tratar a la persona de forma que encaje con tu falsa creencia. - La persona debe responder al tratamiento que recibe confirmando la falsa creencia. Ya que nuestra conducta intenta ser coherente con las ideas que sostenemos. Esta validez engañosa perpetúa el error. Así entramos en bucle: Nos etiquetan- Nos tratan según la etiqueta -nos percibimos a nosotros mismos según la etiqueta-nos comportamos según nos han etiquetado- El que nos ha etiquetado confirma que somos así - la etiqueta se ha vuelto verdadera. Ha habido multitud de estudios que han confirmado la existencia de este Efecto Pigmalion especialmente perjudicial en el ámbito escolar: Los niños que mejores resultados obtienen en el colegio son aquellos cuyos profesores creen que lo harán mejor - Utilizan más recursos con ellos, se vuelcan más, les dedican más tiempo - obtienen mejores resultados que aquellos sobre los que se ha pensado desde un primer momento que tendrían menos posibilidades de hacerlo bien. Estas conductas afectan directamente en la formación de la personalidad. La imagen que cada persona tiene de sí misma se forma durante los primeros años de vida, y se va construyendo a partir de las experiencias que vivimos durante este lapso de tiempo, es decir, sobre las expectativas que sobre nosotros tienen las personas que nos rodean, especialmente familiares y profesores. En las familias cada miembro va ocupando un lugar. Así tenemos a la hermana lista, a la sociable, a la buena, al hermano trabajador, etc. Albert Bandura en su teoría social cognitiva intenta utilizar este efecto de manera positiva mediante la autoeficacia, modificar nuestros hábitos de conducta en base a crearnos unas expectativas positivas de consecución de objetivos. Confiar en nuestras capacidades para controlar la situación y alcanzar los resultados deseados. Por todo ello, intentemos no etiquetar, y si lo hacemos utilicemos siempre epítetos positivos. Hagamos ver a los demás lo mejor de sí mismos.
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