Un estudio realizado hace algunos años en Inglaterra con chic@s de 10 años indicó que el valor que más apreciaban los pequeños era la riqueza seguida de la fama. Lamentablemente no he hallado una escala actualizada para niños españoles, pero pensando que Rato, Bárcenas, Granados, Conde… alguna vez fueron niños y que incluso tenemos en nuestro panorama judicial a uno que se hace llamar “el yonqui del dinero”, me surge una duda, ¿es la ambición una virtud o un vicio?. Como padres animamos a nuestros hijos a pensar “a lo grande”, a no poner límites a sus sueños, a perseguir sus ideales, a plantearse retos… a ser ambiciosos. Pero ambición es un término ambiguo dotado de una dualidad que oscila entre lo positivo y lo negativo. La ambición como desencadenante de sucesos cargados de negativismo se cuela en las noticias con pasmosa asiduidad. Pero también encontramos ambición en la base de muchas historias de superación personal, convirtiéndose en el imprescindible motor de cambio. Entonces ¿dónde está la frontera? La respuesta a esta pregunta ya la apuntaba un insigne de la Ilustración: La escala de la ambición incluiría: - La ausencia de ambición: Es el conformismo, la falta de cuestionamiento y de objetivos vitales más allá del placentero status quo. - La ambición sana: Nos dirige hacía metas lógicas, aceptables y alcanzables. Siendo la vacuna contra la resignación. - La ambición patológica: Es el afán obsesivo por la consecución de metas cada vez más inalcanzables, llegando a condicionar la conducta y los pensamientos del individuo. Este deseo de conseguir más puede llevar a la persona a traicionar su honestidad e integridad. ¿Ambición y felicidad caminan unidas?
Tendemos a pensar que las personas con mucha ambición tendrán vidas más plenas de experiencias, serán más exitosos y felices. Pero un estudio de la Universidad de Notre Dame liderado por el profesor Timothy Judge descubrió que sus vidas eran menos felices y más cortas. El gran esfuerzo que las personas ambiciosas invertían en su faceta profesional parecía ser inversamente proporcional a su vida personal: “Quizá todo lo que apuestan en sus carreras afecta los factores que mejoran la expectativa de vida, como las conductas saludables, las relaciones estables y las redes sociales profundas. La ambición tiene sus costos”. El truco estaría entonces en lograr el punto medio que equilibre la balanza entre la sana ambición y la adictiva codicia. Marcarnos un objetivo alcanzable, perseguirlo con tesón y perseverancia hasta su consecución dándonos el tiempo necesario para saborear la satisfacción de haberlo logrado. La medida del éxito cambiará de esta forma su foco de lo material a la satisfacción personal.
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Llegó el día, Donald Trump comienza a deshacer su lujosa maleta plagada de polémicas, prejuicios y decisiones irreflexivas en los imponentes armarios de la Casa Blanca. Se encuentra justo donde quería, su sombra alberga además a una enigmática esposa carente del protagonismo que cabría esperar para una Primera Dama de los EEUU. ¿Está Melania Trump donde quería?, ¿cómo es Melania Trump?.
Bellísima mujer eslovena de 47 años con un curriculum como exmodelo ampliamente comentado. La tercera esposa del magnate se encontraba plácidamente acomodada a la alta sociedad neoyorquina en donde no se precisan elevadas cualidades comunicativas más si se dispone de un exquisito gusto estético. Y de repente se encuentra a las puertas de la Casa Blanca. La definen como una mujer tímida, perfeccionista, superficial y discreta. La decisión de su marido de pasar a política no pareció ser de su agrado por la notoria exposición pública que conlleva. Pero ¿quién puede parar a Trump?. Comienzan entonces las comparaciones con su antecesora Michelle Obama , sin embargo Melania Trump parece haber dejado muy claro el papel que piensa asumir en su nueva posición, que no es otro que el tradicional rol de mujer sumisa que apoya a su esposo sin acaparar apenas protagonismo. Convirtiéndose de esta forma en la esposa ideal para un político conservador. Una bella mujer que acompaña, apoya y adula desde una segundona posición carente de responsabilidades. El artículo del New York Times titulado: “Por qué los hombres quieren casarse con Melanias pero quieren hijas como Ivanka” desvela la dualidad machista que impera en esta concepción tradicional de roles. Y es que mientras Melania se muestra como la mujer a la sombra, la hija de Donald Trump, Ivanka refleja a la mujer de negocios, independiente de la que el presidente presume. Atrás quedaron por tanto, las apariciones de una Primera Dama fuerte, decidida y capaz. Una mujer que representa a todas aquellas princesas divergentes que rechazan los estereotipos de género. El de 4 de abril de 1968 el insigne activista por los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King fue asesinado. Al día siguiente Jane Elliott profesora de primaria en Iowa interrogo a sus alumnos acerca de sus creencias sobre la discriminación racial. Las respuestas de sus estudiantes demostraron estar plagadas de los estereotipos propios de una sociedad segregacionista que apenas comenzaba a dar los primeros pasos por la igualdad con la Ley de derechos civiles promulgada en 1964. Jane Elliott decide entonces realizar un polémico experimento muy influyente para la psicología social. Para su desarrollo dividió la clase en dos grupos, alumnos de ojos azules y de ojos marrones. A continuación les explicó que estaba científicamente comprobado que los ojos azules denotaban rasgos de una inteligencia superior gracias a una sustancia llamada "Melanina". En base a esta supuesta superioridad estos alumnos gozarían de algunos privilegios extraordinarios en el aula mientras que los escolares de ojos marrones más lentos y torpes deberían portar un distintivo para ser identificados con mayor rapidez. Este proceder pone los pelos de punta al recordarnos una realidad no tan lejana en donde una supuesta Raza Aria justificaba e incitaba el más despiadado antisemitismo. Volviendo a nuestra clase de Iowa, la sagaz profesora comprobó entonces lo rápido que esta segregación producía actitudes de intolerancia y conductas agresivas en los privilegiados alumnos. En contrapartida, los comportamientos de los niños de ojos marrones se ajustaron al rol asignado de subordinación. Al día siguiente, Jane invirtió los papeles entre sus alumnos. Haber experimentado los efectos de la exclusión hizo que los niños de ojos marrones se comportasen con menor crueldad. Sin embargo, lo más destacable de esta segunda parte del experimento fue comprobar cómo su rendimiento académico correlacionaba con la etiqueta asignada, siendo notablemente más bajo cuando creyeron ser inferiores. Es el denominado Efecto Pigmalión tan dañino en las escuelas. Este ejercicio ayudó a los niños a replantearse todos los estereotipos que inicialmente defendían. En un documental grabado años después del experimento, los niños ya convertidos en adultos relataron cómo esta experiencia les sirvió para desarrollar un pensamiento realmente informado sobre la discriminación que sufren muchas minorías en base a artificiales categorías como el color de la piel, la religión, la orientación sexual… El Museo del Prado ofrece durante este mes de Enero una sorprendente actividad familiar. Bajo el título de “Mágicos Danzantes” esta visita consigue unir danza, escultura y mitología con asombrosa armonía.
Niños de cuatro a doce años acompañados de sus familias podrán disfrutar de una experiencia inusual en un Museo mundialmente conocido por su ingente colección pictórica pero que alberga además un total de más de mil obras escultóricas. Durante la visita la magia del arte irá despertando a insospechados personajes mitológicos. Ariadna, Hypnos… danzaran ante vosotros dejando a niños y adultos con la boca abierta. Acompañados de estos “Mágicos danzantes” recorreréis algunas de las salas del museo mientras conoceréis más detalles sobre escultura arcaica, clásica, romana… El temor a que mi pequeño de cuatro años no lograse conectar con la actividad se vio rápidamente disipado, incluso se aventuró a responder a alguna de las preguntas que la guía lanzaba para excitar su curiosidad. El poder hipnótico del baile mantuvo a los pequeños de nuestro grupo atentos, intrigados e indudablemente sorprendidos. Como colofón a tan insospechada cita un sátiro logró que niños y mayores danzásemos con más o menos gracia simulando una de tantas fiestas celebradas en honor al Dios Baco. Bailar en el Museo del Prado suena imposible ¿verdad? Por fortuna la magia siempre acompaña al arte. El domingo pasado visitamos un museo muy peculiar, el Museo Lunar. Ubicado a las afueras de Madrid en la localidad de Fresnedillas de la Oliva encontramos este pintoresco museo dedicado al programa Apolo. Una pequeña cabaña de madera alberga en su interior una sorprendente colección de más de trescientas piezas conmemorativas de uno de los mayores hitos de la humanidad, la llegada del hombre a la luna. En esta titánica labor de conquista espacial Fresnedillas de la Oliva tuvo gran relevancia aunque lamentablemente su historia es poco conocida. Desde la estación de seguimiento ubicada en este municipio madrileño, los tripulantes del Apolo XI recibieron muchas de las instrucciones que hicieron posible su colosal misión. Por un precio muy asequible podréis descubrir detalles apasionantes de estos primeros viajes espaciales. Las visitas pueden ser guiadas, lo que sin duda os recomiendo. Nuestro experto guía nos descubrió multitud de curiosidades, sorprendentes anécdotas que demuestran cómo la tenacidad del hombre es capaz de lograr los avances más increíbles. Hombres valientes preparados para enfrentarse a condiciones de vida extremas en donde cada paso es milimétricamente estudiado o ¿tal vez no?... que les pregunten a los tripulantes del Apolo XV que se encontraron con que el Lunar Roving Vehicle sólo funcionaba marcha atrás, o a Neil Armstrong que descubrió que la puerta de salida a la luna había sido estrechada sin previo aviso… ¿Sabíais además que la NASA ofreció un cheque en blanco a un inventor español para que diseñase el traje espacial? si esto os resulta sorprendente más asombroso aún os parecerá el motivo de su negativa. Trajes, comidas, sellos conmemorativos… hasta radiografías de astronautas podréis disfrutar en una visita que no os dejará indiferentes. Si acudís con niños estoy segura de que a partir de los diez años lograrán seguir las explicaciones del guía y disfrutar al máximo de la experiencia. Más pequeños pueden tener algunas dificultades, nuestra hija de ocho años necesitó algunas aclaraciones por nuestra parte. Aún así se mostró tan encantada con la visita que sus juegos de los últimos días están repletos de alucinantes viajes espaciales. |
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